Odié apasionadamente.
Además, a ti, te amé apasionadamente.
Todo eso se acabó, por supuesto.
¿Cómo puedes saberlo?
Lo sé. Sé que nunca más encontraré nada ni nadie que me inspire pasión. Tú sabes que ponerse a querer a alguien es una hazaña. Se necesita una energía, una generosidad, una ceguera… Hasta hay un momento, al principio mismo, en que es preciso saltar un precipicio; si uno reflexiona, no lo hace. Se que nunca más saltaré.
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